Inesperadas sorpresas

Sin embargo, me volví a sujetar al ya volverá, maldito hijo de puta. Y va a ser tarde. (La última de la oración la pronunciaba con un susurro vengativo y un gesto trágico digno de telenovela venezolana.)

¡Qué mujer me ha entregado su vino!

Cuando la duquesa murió sin descendencia en 1802, el rey Carlos IV logró el palacio y el jardín, los que añadió al Real Sitio de la Florida, que desde ese momento se llamó Real Lugar de La Moncloa. En 1816 el Rey pidió al arquitecto técnico Carlos Isidro González Velázquez restaurar el palacio.